La Bóveda del Fin del Mundo, nuestro salvavidas para un futuro poco prometedor.
Por Santiago Costas
¿Sabías que en los últimos años 100 años, más de 200 especies se han extinguido? Y esto son sólo las especies que han sido oficialmente declaradas extintas por la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, la organización internacional encargada de evaluar el estado de las especies. Sin embargo, es muy probable sean muchas más y algunas incluso ya estén extintas pero aún no han sido declaradas oficialmente. La biodiversidad está seriamente amenazada en nuestro planeta y el futuro que se prevee no pinta nada bien. Por ello en 2008, la comunidad internacional decidió tomar cartas en el asunto y crear la Bóveda Global de Semillas, nuestro salvavidas para sobrevivir en un futuro de ciencia ficción que está cada vez más cerca.
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La biodiversidad es un factor clave para la supervivencia de la vida en la Tierra y jugar con ella nos puede pasar factura. Todos los expertos coinciden en que estamos viviendo una era de extinción masiva debido a los efectos del ser humano en el planeta. Pérdida del medio natural, sobreexplotación, contaminación, cambio climático… Estas son algunas de las causas de la pérdida de la biodiversidad y todas ellas son causas directas o indirectas de la actividad humana.
La biodiversidad es la variedad de formas de vida en el planeta, desde pequeñas bacterias microscópicas hasta cetáceos de toneladas de peso, y es la responsable de garantizar el equilibrio entre todas ellas. Y por muy especiales que nos creamos, el ser humano necesita que ese equilibrio no se rompa si quiere sobrevivir como especie.
La naturaleza está diseñada para adaptarse al medio y evolucionar; es flexible. Sin embargo, necesita todos sus componentes para funcionar. Al igual que un castillo de cartas, si empezamos a quitar partes de esa red en equilibrio, toda la red se desmorona. Por una parte, la pérdida de especies hace que la naturaleza tenga menos capacidad de adaptación, aumentando aún más su riesgo de desaparecer. Si queremos pensar solamente en el efecto a los seres humanos, la seguridad alimentaria, el acceso a agua potable y a materias primas y la seguridad energética son algunos de los principales efectos directos que tiene la pérdida de biodiversidad. Pero también produce un aumento de vulnerabilidad a desastres naturales, pérdida de suelo cultivable o empeoramiento de la calidad del agua y aire. Por último, pero no por ello menos importante, la biodiversidad tiene valor por sí misma. Piensa que todo lo que tenemos a nuestro alrededor es el producto de miles y millones de años de evolución y perfeccionamiento. Si crees que destruir el Coliseo de Roma (70 d.C.) sería una pérdida incalculable, imagínate la extinción de un pequeño lagarto que representa un proceso de 240 millones de años.
La biodiversidad tiene un valor que es muy difícil de calcular en los mercados financieros, que es desgraciadamente lo que mueve nuestro mundo, y por ello se desconoce la importancia de cuidarla y mantenerla y sobre todo de los beneficios que nos aporta. Sólo un esfuerzo colectivo y mundial puede ayudar a frenar esta pérdida masiva de especies.
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Ante las advertencias constantes de científicos y expertos, la comunidad internacional decidió mover ficha para asegurar el futuro de la biodiversidad en el planeta. Así es como en 2008, la Bóveda Global de Semillas de Svalbard se inauguró en pleno Círculo Polar Ártico para albergar el mayor repertorio de semillas del mundo.
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Enterrada en lo más profundo de una montaña en la isla noruega de Spitsbergen, este “almacén” de semillas está diseñado para soportar cualquier tipo de desastre natural o humano. Tanto su situación geográfica como su diseño y estructura le permiten soportar actividad volcánica, terremotos, crecidas del nivel del mar e incluso radiación nuclear. Por ello, la Bóveda de Semillas es también conocida como la Bóveda del Fin del Mundo.
Actualmente contiene más de un millón de semillas provenientes de todas partes del mundo. Su instalación en el interior de una montaña en el ártico le permite mantener una baja temperatura con menor demanda energética y, aún en caso de fallo eléctrico, el hielo permanente de las capas exteriores de la montaña son capaces de mantener la estructura a temperaturas en torno a -4ªC. Puede llegar a almacenar 4,5 millones de variedades de semillas, con un promedio de 500 semillas por variedad, lo que hace que este gran congelador ártico sea capaz de albergar hasta 2.500 millones de semillas.
A pesar de su nombre apocalíptico, la Bóveda de Semillas también fue construida para ser utilizada en la actualidad como un recurso de investigación o para recuperar cultivos de plantas en zonas afectadas por desastres naturales o por guerras. Recientemente, en 2015 el gobierno de Siria solicitó por primera vez en la historia los recursos de la Bóveda de Semillas. El banco de semillas de Alepo guardaba variedades de las zonas más áridas del mundo y la guerra lo dejó completamente destruido. Gracias a la Bóveda, se pudo recuperar cerca del 80%. Por parte de España, los trámites van con un poco de retraso pero se espera que en 2019 se pueda hacer el primer envío de muestras autóctonas de la península.
La biodiversidad es fundamental para la supervivencia de nuestro planeta y cada día que pasa se va perdiendo poco a poco. Los expertos en el tema dicen que aún no es demasiado tarde pero se requieren medidas inmediatas y a escala global. La Bóveda es un gran paso adelante y otro ejemplo de cómo la cooperación internacional es fundamental para ayudar y mejorar nuestro planeta. La pregunta es “¿tendremos que hacer uso de ella algún día?”. Enterrada bajo el hielo ártico, la Bóveda espera pacientemente la respuesta a esa pregunta mientras guarda nuestro más preciado recurso económico: la biodiversidad.
Más información:
- http://ec.europa.eu/environment/nature/biodiversity/economics/pdf/teeb_report_es.pdf
- https://www.youtube.com/watch?v=m76gOnBj31Y
